Si pensamos que la vida o las cosas son complicadas para nosotros, nos volvemos temerosos, rígidos e incapaces de encontrar soluciones.
Por el contrario, cuando somos simples y confiamos en que las soluciones a los problemas están a un pensamiento de distancia, permitimos que emerja desde nuestra sabiduría interna nuestra capacidad para buscar soluciones y, al liberarme a mí misma (o) de las complicaciones, me vuelvo libre.